La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
Thomas Chalmers (1780-1847)

La felicidad es el fin de la existencia humana, el camino a ella debe construirse cada día, en cada oportunidad en que estemos conscientes de que estamos dejando la vida en cada momento y acción.

Hablo de la felicidad porque es un tema que no se toca en las empresas, ni en la vida productiva o política, pero es la base del éxito, el motor que mueve a millones de personas cada día a emprender algo, a lograr algo, a conseguir algo.

La cultura a veces no nos alcanza, no podemos entender que nos hace felices, como trasladar eso al trabajo, no estamos formados para el éxito, estamos normalmente educados para cumplir, para dar un resultado, para ir viviendo, pero no sacar lo mejor de nosotros y disfrutar los maravillosos que podemos ser.

Es una cuestión de cultura, de educación, no de capacidad, cada persona tiene su talento o sus talentos, cada persona es única, cada persona en potencia es un triunfador, pero no a todos les importa triunfar de la misma manera.

La felicidad es la base de los grandes resultados, sin embargo, la felicidad no estar riendo todo el tiempo, felicidad es hacer lo que se ama y en ese sentido, es sumir los riesgos y lo trabajos que exige realizar esas cosas.

El atleta olímpico, definitivamente es un entregado al deporte de alto rendimiento, pero la vida de estos atletas es dura, de exigencia, de perfeccionamiento, a veces de tedio, de repetir y repetir, y la gloria máxima es una medalla, un momento imborrable en su vida, unos minutos que le exigieron años, normalmente 10, para llegar a eso, la felicidad es hacer lo que se ama.

Amar significa correr el camino que nos lleve a realizar ese amor, y en ese sentido no es fácil ni para el más convencido, por eso es tan importante lograr que cada persona que está dentro de una empresa, dentro de una industria, dentro de una institución, comprenda estas cosas y descubra su talento y vaya en pos de la felicidad que se construya a cada paso.

Ese es el compromiso que nos ha movido hace casi 25 años, mover corazones y transformar resultados, lograr gente que entienda que el éxito no está en tener mucho dinero, sino en cimentar una carera que por si sola ya represente una reto, un logro, normalmente los premios llegan de la mano, con la perfección de sabio orfebre que modela su obra cada día y la lleva a la perfección.

No importa que hagan las personas, la perfección da frutos, y la perfección no es otra cosa que aprender cada día más y más usando el intelecto y la experiencia del error y del fracaso, sin perder de vista el objetivo que solo es un camino sin fin, que se va volviendo grato, hermoso y al terminar la meta ya no importa, la felicidad está consumada.

Martín Arellano S

Kapacítate Desarrollo Humano Productivo